YPF aplicó este domingo un nuevo incremento en el precio de sus combustibles, con una suba promedio del 2,5% en todo el país.
El aumento se concretó apenas 16 días después del último ajuste, registrado el pasado 1 de julio, cuando la petrolera había subido sus tarifas en un 3,5%. La aceleración de los aumentos genera preocupación tanto en consumidores como en sectores ligados al transporte y la producción.
Con este nuevo reajuste, en Cañuelas la nafta súper pasó a costar $1.314, la premium $1.552, el gasoil común $1.293y el euro diésel $1.487.
Desde la empresa justificaron la suba en el marco de su política de “precios dinámicos”, que se adapta a factores como el tipo de cambio, el valor del barril internacional, los costos operativos internos y el comportamiento de la demanda.
En ese sentido, señalaron que la implementación del sistema de monitoreo en tiempo real (RTIC) les permite hacer “microajustes” de precios por región, horario y comportamiento del consumidor.
El aumento se da en un contexto inflacionario persistente y se suma a las presiones que ya se preveían por el impacto de los impuestos a los combustibles líquidos, cuyo próximo tramo de actualización está programado para agosto. De hecho, tras los aumentos de junio y julio, se espera que en las próximas semanas se vuelva a trasladar el efecto tributario a los surtidores, lo que podría derivar en nuevas alzas.
Este doble incremento en menos de un mes afecta particularmente a sectores sensibles como el transporte de cargas y pasajeros, y genera inquietud en los consumidores, que enfrentan una pérdida sostenida de poder adquisitivo. También pone presión sobre la cadena de precios de otros bienes y servicios que dependen del costo del combustible.
Desde el sector empresario, algunos analistas advierten que la estrategia de aumentos escalonados podría continuar en lo que resta del invierno, tanto por cuestiones fiscales como por el objetivo de YPF de recomponer márgenes frente a la inflación acumulada.
El nuevo incremento de la petrolera estatal confirma una tendencia: los precios de los combustibles comienzan a actualizarse con mayor frecuencia y menor margen de aviso, una señal que anticipa un escenario volátil en lo que resta del año.